Nuevo lío de Fomento que dice ahora que el edificio de colores nunca debió de ser de colores

Fomento obliga ahora a los vecinos del edificio de colores a pagar una fachada nueva por no cumplir con las normas de evacuación. Apenas una decena de los vecinos del icónico edificio de la calle Real, que ardió el pasado julio, han podido regresar a sus hogares. Las dos viviendas más cercanas a la tienda donde se originó el fuego son hoy un solar y su regreso se estima para otoño

 

 

 Operarios trabajando el pasado octubre, tras el incendio, en la fachada./archivo
photo_camera Operarios trabajando el pasado octubre, tras el incendio, en la fachada (Archivo)

Es un icono arquitectónico, ha recibido premios por su singular arquitectura y su llamativa fachada y ardió el pasado mes de julio en el incendio “más gordo de la historia de Ceuta”. Tan dramático fue el incendio que casi un año después, de las 42 viviendas apenas unas 10 ó 15 familias han podido regresar a sus hogares con normalidad. Una vecindad que ahora enfrenta una dura revelación que tendrá consecuencias prácticas. Una vuelta de tuerca que está en un informe de la Consejería de Fomento y que pone otra vez a las claras el, como mínimo, extraño funcionamiento del área de Urbanismo que depende del consejero Alejandro Ramírez y su directora general, Aurora Visiedo. La icónica fachada que le da nombre nunca debió haber sido así. No cumple. Hay que cambiarla. No es legal.

“Los ya aludidos Servicios Técnicos además informan sobre la necesidad de aportar proyecto técnico de reparación o sustitución de los elementos de fachada conforme a los condicionantes establecidos en el DB-SI, DB-HE, DB-SU del CTE, teniendo en cuenta las observaciones, teniendo en cuenta las observaciones realizadas por los técnicos de parte sobre la dificultad observada al acceso de los Servicios de Extinción de Incendios y Salvamento en sus labores de auxilio de los ocupantes por el sistema de lamas existentes”, recoge un escrito dirigido a uno de los vecinos en el que se le autoriza para volver a su casa.

No se vuelva loco con las siglas, lo que ha dicho Fomento ahora a la vecindad del Edificio de Colores es que el sistema de lamas, más bien persianas, de colores de la fachada no cumple con el Código Técnico de la Edificación y por tanto hay que cambiarla. Y eso lo ha de hacer la comunidad asumiendo el coste de la obra en su totalidad.

Se trata de 42 viviendas que llevan un año de pelea constante con aseguradoras, compañías de suministros varios, peritos, encargados de obra y un largo etcétera y que, según estima uno de los vecinos “sólo unos 10 ó 15 y me quedo largo” han podido regresar a sus hogares. Con especial dolor para las dos viviendas más cercanas a la tienda de cocinas dónde se inició el fuego, que son hoy un solar, y cuyas obras para devolverlas a su estado habitable se estima que se aborden durante el verano y se concluyan para otoño.

Lo que dice Fomento ahora ha hecho saltar las alarmas en la comunidad, pero tampoco ha sorprendido demasiado. “Hay 40 centímetros entre lama y lama y una persona mayor no puede salir entre ellas en caso de evacuación. Tuvieron que sacarlas por los pisos más elevados que tienen terraza”, recuerda uno de los vecinos sobre la situación vivienda a mediados del pasado julio cuando el fuego inició un drama que va camino de cumplir una vuelta al sol.

Pero ante la inminente derrama que sumará más dolor a un ánimo individual y colectivo que no está para muchos más envites, muchos vecinos no han podido evitar preguntarse “¡cómo es posible?”. El edificio data del año 2007, el actual Código Técnico de la Edificación estaba ya en vigor en aquel entonces y aunque ha sufrido modificaciones no parece que ninguna tan sustancial como para afectar a la situación que expone Fomento ahora. Por tanto la pregunta natural que se hacen es si llevan más de tres lustros viviendo en un edificio que no cumplía con la legalidad técnica que se exige legalmente a una construcción.

O dicho de otro modo, ¿quién y por qué razones autorizó la construcción de un bloque de viviendas que no cumplía con la Ley y permitió que se comercializara?¿Quién dio en su día las células de habitabilidad? Etcétera, etcétera, etcétera.

“¿Ha tenido que haber un incendio para que, porque avisan los Bomberos, los técnicos municipales se dieran cuenta de la dificultad que tiene la estructura de la fachada para evacuar?”, se pregunta uno de los vecinos.

Preguntas que en realidad surgen desde el sentido común, desde el sufrimiento acumulado por 11 meses soportando la adversidad de verte de un día para otro fuera de tu hogar, sin pertenencias y buscando un techo, pelear con los seguros, hacer ajustes en la economía doméstica y un largo etcétera y que sorprendentemente ni tan siquiera parecen tomar en cuenta que la supuesta negligencia de entonces, que evidencian los informes técnicos de ahora, pudo haber causado una tragedia mayor en forma de vidas por las dificultades para la evacuación de las personas que se vieron sorprendidas y atrapadas por las llamas. Ninguna broma.

Quizás, obvian la última derivada del informe, porque les preocupa más otra que puede tener consecuencias prácticas y alargar el drama muchos meses más. Si la fachada con cumple con la legalidad y en Fomento exigen un proyecto para cambiarla, ¿se les va a permitir el regreso a sus viviendas con esa situación? Algunos temen que la respuesta a esa última pregunta sea que no, pero Fomento ya ha autorizado a una decena de vecinos a volver y algunos ya vuelve a dormir desde hace semanas en su casa.

“La habitabilidad no se suspendió nunca. Eso yo no lo sabía. Lo que hizo Fomento fue prohibir el acceso y la residencia, pero no suspendió las células de habitabilidad, con lo que en realidad no hay que solicitar una nueva, sólo pedirle a Fomento que revoque en cada caso la prohibición que hizo el pasado verano”, explica otro de los vecinos al corriente de todos los trámites que se están llevando a cabo.

Y Fomento lo está autorizando, pero siempre con el matiz de que la fachada hay que cambiarla para que cumpla con los parámetros legales para una hipotética situación, como la de un incendio, que obligue a una evacuación de emergencia.

Quizás por eso en la hoja de ruta de la comunidad lo que se ha establecido es que primero se ha de lograr que todo el mundo vuelva a sus casas y después se abordará el cambio de fachada y lo que aún quede o se decida entre todos que haya que hacer.

Dos viviendas en los huesos

Más o menos la situación de las 42 viviendas, con sustos habituales como el relatado, va volviendo poco a poco a cierta normalidad similar a la de antes de que el pasado 14 de julio las llamas originadas en la tienda de cocinas pusieran sus vidas patas arriba. Salvo en el caso de dos viviendas.

Las dos que estaban más cercanas a la tienda, al foco del incendio. En su caso fue necesario cambiar los forjados, lo que ha obligado a dejar las casas peladas. Hoy son dos espacios como “dos solares”, relata uno de los vecinos. “Peor, no existe”, cuenta uno de sus propietarios. “Hubo que demolerla entera y no han empezado las obras de reconstrucción”, añade esta víctima.

Lo suyo va para largo. Las mejores estimaciones apuntan a que las obras de reconstrucción comenzarán durante este mismo verano y que a principios de otoño podrían regresar a sus hogares, “pero son obras, ya sabes”, relata otro vecino.

A día de hoy el problema para acelerar esos trabajos es que alguna aseguradora ha de liberar el dinero para que arranquen los trabajos. “No sé qué seguro le corresponde. Yo supongo que al de la Comunidad, pero no lo sé”, apostilla uno de los dos propietarios que se fía de la palabra dada: “Me han dicho que a principios de septiembre la casa está lista”.

Las aseguradoras llevan aportadas o liberadas cuantías “por un millón de euros” desde que se apagaran los últimos rescoldos. Y la estimación que hicieron los peritos en su día es que devolver el edificio a la normalidad y la vida de sus 42 familias a la rutina anterior al incendio saldría por un millón y medio.

A esos costes se suman en realidad otros no previstos, como el del cambio de la fachada. Y nadie descarta que una vez recuperada la normalidad las propias compañías de seguros inicien acciones judiciales para perseguir responsabilidad que les alivien las cantidades desembolsadas hasta la fecha. Y eso a pesar de que la investigación judicial descartó la intencionalidad y se archivó la causa penal.

En el caso por ejemplo de las familias de las dos vivienda más afectadas afrontan además el límite de las aseguradoras para pagar el alquiler de la vivienda a la que se han mudado, un año. Cuando llegue agosto, salvo reclamación estimada favorable, los seguros dejarían de pagarles el alquiler aunque aún les pudieran quedar dos meses para volver a sus hogares.