Héroes anónimos

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photo_camera Concentración de transfronterizos el pasado 14 de noviembre (C.A.)

Si algo he aprendido en los últimos años es que el ser humano es impredecible, en todos los aspectos de su vida. Un ejemplo más lo he tenido con ese grupo de trabajadores que se manifestó el domingo 14 de noviembre en la Plaza de los Reyes.

No eran trabajadores cualquiera, pues estos súbditos de Mohamed VI, como ellos mismos se hacen llamar cada vez que se dirigen a las autoridades marroquíes, exigieron la reapertura de la frontera terrestre; y es conocido por los mentideros fronterizos que este asunto lo lleva personalmente y con gran celo el propio monarca alauíta.

Pero estos valientes marroquíes, ni cortos ni perezosos, desafiaron el mandato de su propio rey para exigir el derecho de viajar a su país y después poder volver a Ceuta, que aunque sea una ciudad ocupada, al fin y al cabo, les da de comer.

Hubo un hombre especialmente valiente por dar la cara, Amín Souissi, un marroquí que lleva residiendo en España desde hace décadas, un activista por los derechos humanos que, según decían los mejores informados de la manifestación, se habría organizado junto a otras asociaciones de derechos humanos para poner a Marruecos contra las cuerdas. El motivo: el abandono sistemático de sus súbditos en tierras españolas.

Las dos organizaciones que lideran la iniciativa son la Asociación Pro derechos Humanos de Andalucía (APDHA) y la Asociación de Derechos Humanos de Tetuán. Lamentablemente, aún no se han sumado a esta iniciativa contra las leyes marroquíes ni Save The Children ni ACNUR, que principalmente centran sus acciones legales contra España.

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Hubo otros activistas, otros héroes que no estaban en primera línea pero cuyos nombres se oían en la manifestación, como el de Rachida o el de Layachi El Homssi. Además, este último recibió el apoyo del portavoz de los transfronterizos de la Unión Marroquí de Trabajo (UMT), Marouan Chakib. Marouan amenazó con unirse a UGT cuando los transfronterizos entrasen en Ceuta, y es que no hay nada como un sindicato español para luchar contra las injusticias sociales en Marruecos.

Este grupo de valientes parece que tiene las cosas claras, que no se van a dejar amedrentar y van a seguir luchando para ganarle el pulso a Mohamed VI, que quiere mantener la frontera cerrada.

Desgraciadamente, el cariz legal que envuelve la frontera, entre peticiones de asilo y regulaciones masivas, hará que estos sean los últimos transfronterizos que conozcamos en Ceuta y Melilla. Entre otras cosas, esa supuesta modificación de la Ley de Extranjería, que es una Ley Orgánica y que exigiría Marruecos, necesita de mayoría absoluta en el Congreso, algo que en un tema tan delicado como la inmigración no será fácil de conseguir.

Espero por su bien que el megacomplejo comercial de Castillejos esté pronto finalizado y funcionando, porque esta situación me recuerda a la de un divorcio, en la que uno de los dos está deseando que su expareja se eche novio para que empiece a vivir su vida por su cuenta y lo deje tranquilo .

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