Julián Domínguez intenta recuperar el centro con Cree tras la deriva de Cs a “marca blanca del PP”

Del PSOE a Cree, pasando por UPyD y Ciudadanos. Julián Domínguez, pelea en estas Elecciones Europeas en la lista de Cree, el nuevo partido surgido de una plataforma que abandera Edmundo Bal. Lo hace citando a Churchill: “me he tenido que cambiar de partido para no cambiar de ideas”

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photo_camera Julián Domínguez

En las Elecciones Europeas, que abrirán las urnas el próximo 9 de junio, concurren un buen número de partidos que buscan con afán la barrera mágica de los 350.000 votos que se estima darán derecho a un europarlamentario. Una de esas nuevas apuestas es Cree. Un partido surgido de la plataforma ciudadana Nexo, que capitanea uno de los que fuera rostro visible de la cúpula de Ciudadanos en España, Edmundo Bal.

En sus listas se ha integrado en Ceuta, Julián Domínguez, en el puesto 39. Domínguez defiende la fragmentación política también en lo que fuera el espacio del centro político. A la vista de las candidaturas queda claro que la fragmentación en siglas no es sólo cosa de la izquierda o la derecha, que ya no distingue ningún espectro de la política. Pero Domínguez, que como Bal tiene pasado en Ciudadanos y él suma además UPyD y mucho más atrás PSOE, defiende que en realidad está en el mismo sitio de siempre: el centro. Y cita al primer ministro inglés, Winston Churchill para explicarlo: “Me he tenido que cambiar de partido para no cambiar de ideas”.

La razón es que para él, Ciudadanos acabó por ser lo que “muchos decíamos que no era, la marca blanca del PP”. ¿Es Cree una escisión de Ciudadanos? “No veo la similitud. Ciudadanos apostó absolutamente por ser un partido muy pegado a lo que son las tesis conservadoras. Tanto que sus propios líderes se han ido al PP. Yo creo que apostó, Inés Arrimadas, e incluso antes Albert Rivera, apostaron por un claro posicionamiento de lo que se viene en denominar la derecha. Ciudadanos no era así inicialmente. Ciudadanos apostó por la derecha.

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Julián Domínguez durante la entrevista

Ahí están los resultados: una descomposición absoluta, de tener 56 diputados a prácticamente la inexistencia. En Cataluña ganó las elecciones y ni siquiera tiene representación. No se parece en nada. Cree es reformista y lo que busca es la centralidad que existió en la política española y no se ha recuperado nunca”, explica Domínguez en una breve entrevista.

Los clavos en el ataúd muchos analistas entienden que comenzaron a clavarlos los propios dirigentes, especialmente Rivera, cuando tras la cita de las Generales en abril de 2019 Ciudadanos casi sobrepasa al PP (66 escaños por los 57 de Rivera). Entonces tuvo la posibilidad de dar un giro a la política española, similar a la oportunidad que ya había tenido en 2015. Su apoyo al PSOE habría sacado de la ecuación a Unidas Podemos y las formaciones nacionalistas catalanas y vascas contra las que fundamentalmente había construido su discurso en los años precedentes la formación naranja. Rivera apostó por negarse en redondo a pactar con Sánchez, a forzarle a entenderse con Podemos y los nacionalistas en el convencimiento de que eso les reforzaría ante el electorado del centro derecha y acabaría por entregarles una posición aún mejor en una cita con las urnas.

Con lo que no contaba nadie es con que Sánchez apostara por volver a votar sólo unos meses más tarde. Y Ciudadanos lo pagó carísimo ya desenmascarado de cualquier tesis centrista tras demostrar su incapacidad para pactar a derecha y a izquierda y dejar claro que sólo podía pactar con la derecha. Las copias en política acaban siendo fagocitadas por el original. De 57 diputados pasó a 10. De más de 4 millones de votos a 1,6. Su derrumbe lo recogió con gusto el PP y también VOX. Desde entonces una agonía lenta en la que siguió sin encontrar su lugar.

Y en los estertores de su descomposición, mientras la mayoría ha optado por salir corriendo a integrarse en el PP, otros como Bal o Domínguez, han apostado por seguir en el centro, aunque sea con unas siglas recién creadas (en abril), y que afronta esta cita con las urnas europeas como su primera vez.

Cómo les irá es una incógnita. En las encuestas aparecen dentro de la categoría ‘otros partidos’ que no augura representación. El propio Domínguez reconoce que llegar a los 300.000 votos “lo veo muy difícil. Somos un partido recién creado”. Pero apunta: “Si todavía tenemos ilusión de cambiar las cosas es porque hay gente que piensa entre los españoles que podemos hacer algo para que nuestra ciudad sea mejor, el país sea mejor y este mundo sea mejor”. Todo apunta a que la carrera de Cree es más de fondo y que cuando Ciudadanos termine de desintegrarse esperan tener su oportunidad.

La tesis puede sonar loca, pero Domínguez que intenta despejar los paralelismos con Ciudadanos afirmando que “de todos modos a mí Ciudadanos y UPyD me quedan muy lejos. Eso fue hace más de 3 o 4 años. Es algo lejanísimo ya”. Y es que en la política española se ha impuesto una velocidad en la que nuevas formaciones emergen y se hunden a una velocidad nunca antes vista.

Hacer valer el centro político, el reformismo, en tiempos de polarización extrema parece más complicado que nunca. “Algunos sabemos qué leer, ni dónde mirar, porque todo lo que diga uno es lo contrario para el otro. Y parece ser que el pactismo y todos los beneficios que en su momento hicieron la Transición, ya muy superada, y que ahora no respondería a las necesidades de la actualidad, de la gobernanza, y d ella política tanto europea como española. Pero desde luego se han perdido unos valores que en estos momentos están por los suelos. Ya cualquier cosa vale y cualquier cosa es positiva mientras me dé votos y me dé la razón. De ahí nace Cree, de esa orfandad política que muchos tenemos y que hemos ido perdiendo incluso por experiencias anteriores”, explica Domínguez.

Y en ese recorrido parece estar enjaulada la enorme dificultad que va a tener la formación para propagar su discurso y sus bondades. Sus planteamientos son de fondo en días en los que la política y sus protagonistas de primera fila acaban un día sí y otro también por hablar a las vísceras del electorado.

Y así es difícil colar su discurso, que como casi todos apunta a la importancia de lo que se decide el 9 de junio en las urnas. Cuestiones que pueden sonar lejanas, pero que luego están en el día a día de todos: “como el ejemplo del código de barras que tienes en cada producto del supermercado y está decidido con normativa europea. No está tan lejos. Otra cosa es que sea difícil de explicar.

Pero explicar con una euroorden cumplida que impidiera esta situación que un prófugo de la Justicia esté decidiendo en España y no entre rejas, yo creo que eso lo entiende todo el mundo. Hay cosas realmente graves que están pasando en Ceuta: la falta de exigencia a Marruecos de su cumplimiento de las normas internacionales; el que tengamos un acuerdo de aduana comercial que no aparece nunca o de una frontera inteligente que al parecer está toda organizada, todo montado, pero ¿cuándo está? Porque yo cuando paso a Marruecos lo sufro. El incumplimiento del régimen de viajeros. Es que España podría exigirle a Marruecos muchas cosas” y hacerlo desde la Unión Europea, claro.

Discurso de fondo que apuesta por legislar en Bruselas las euroordenes para que no pase “el sainete” de Puigdemont y sea obligatorias cumplirlas o para que la Unión Europea funcione de otro modo y sea el Parlamento el que decida y no el Consejo Europeo (los gobiernos de cada país) que además lo tienen que hacer por unanimidad, todos tienen derecho de veto.

¿Cómo colar en el debate público eso en tiempos de Begoña Gómez, Puigdemont, la amnistía o Koldo García o el piso en el que vive Ayuso, por citar algunos ejemplos?