Los chicos del cable

La conexión eléctrica submarina entre Ceuta y la Península ya es un proyecto en marcha. Su gestación ha conocido algunos tiempos convulsos con protagonismo reservado a los alcaldes de La Línea, Juan Franco, y San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix

Vivas y Franco, durante un encuentro en el Ayuntamiento linense. A la derecha, Juan Carlos Ruiz Boix
photo_camera Vivas y Franco, durante un encuentro en el Ayuntamiento linense. A la derecha, Juan Carlos Ruiz Boix

Ha sido un camino largo, pero, al fin, Ceuta tiene la certeza de que el proyecto de mayor interés estratégico que se ha planeado para la ciudad en años será una realidad. En estos días, a este lado del Estrecho, ya han comenzado en la explanada de Juan XXIII las obras para la instalación del cable eléctrico submarino que unirá la ciudad con la Península. La conexión garantizará la estabilidad del suministro eléctrico a Ceuta y, con ello, enormes posibilidades de desarrollo económico y garantías de que los frecuentes apagones que sufren las barriadas ceutíes pasen a ser una cosa del pasado.

El azaroso camino que ha transitado el proyecto ha otorgado un protagonismo indirecto a tres marcadas personalidades políticas. El presidente de Ceuta, Juan Vivas, siempre entusiasta promotor de esta enorme obra de infraestructura.  Juan Franco, el alcalde de La Línea de la Concepción -el más votado de España-, opositor beligerante, en un primer momento, a un proyecto que consideraba perjudicial para los intereses de su municipio. Y, finalmente, Juan Carlos Ruiz Boix, alcalde de San Roque, quien todavía se mantiene en lucha para evitar que se levante en terrenos de su municipio la subestación de Red Eléctrica Española (REE) sin la que la instalación del cable sería inviable.

Trabajos para la instalación del cable con la Península en la explanada Juan XXIII (S.I.)
Trabajos para la instalación del cable con la Península en la explanada de Juan XXIII (S.I.)

La dimensión de la obra tecnológica -un enlace de doble circuito a 132 kV con una longitud de 58 kilómetros que discurre por el fondo marino a una profundidad máxima de 900 metros bajo el nivel del mar- era subrayada por el presidente ceutí durante el acto de presentación del proyecto en abril del año pasado. Vivas, un experto retórico, no dudó en calificar el tendido del cable de un hecho «histórico, relevante y oportuno»: «Es una apuesta por Ceuta y su futuro».

 

La rebelión

El entusiasmo de Vivas difícilmente podía ser compartido por el linense Juan Franco en 2021. El alcalde campogibraltareño mostró entonces a través de las redes sociales su absoluta disconformidad con el proyecto de construcción en su municipio de la subestación de REE, prevista inicialmente  en el paraje de Los Portichuelos. Franco, con el apoyo de todos los grupos políticos del Ayuntamiento de La Línea, exigió a los organismos gubernamentales concernidos que buscasen un emplazamiento alternativo. 

«Mi municipio tiene una extensión de 26 kilómetros cuadrados, y solo quedan libres 5 en la zona de Los Portichuelos –argumentó en una entrevista concedida a la televisión pública RTVCE- La subestación iría justo en medio de ese espacio, el único del que dispone el municipio para crecer».

Pancarta desplegada sobre la fachada del Ayuntamiento linense CABLE SUBESTACIÓN
Pancarta desplegada sobre la fachada del Ayuntamiento linense contra la construcción de la subestación eléctrica

La Línea fue escenario de movilizaciones de ciudadanos que expresaron su rechazo a los planes de REE en su municipio. El temor de los linenses era que esta actuación lastrase el desarrollo de su pueblo y supusiera para La Línea un coste medioambiental inaceptable.

En aquellos días, el alcalde linense encontró el apoyo de su homólogo sanroqueño. Ruiz Boix advirtió de que la subestación en La Línea acabaría también por afectar a su localidad, un municipio ya de por sí castigado por las servidumbres industriales. A los alcaldes se sumaron los ecologistas de las asociaciones Agaden y Verdemar.

 

Vivas y Franco

Un salto en el tiempo nos lleva, tres años más tarde, al despacho de Franco en el Ayuntamiento linense. Junto a él, sonriente, se encuentra Juan Vivas. Franco y Vivas ya habían tenido anteriormente la oportunidad de conversar telefónicamente para debatir  sus diferencias sobre el proyecto. Ahora, 21 de junio de 2024, las asperezas que la controversia podía haber generado  entre ambos habían desaparecido. La subestación, finalmente, se levantaría en terrenos de San Roque.

Franco, más relajado, recibía al presidente ceutí en una visita privada en la que Vivas no escatimó elogios al político campogibraltareño. «Sin el concurso atinado, consecuente y responsable del alcalde de La Línea el proyecto no habría sido posible», subrayó el presidente ceutí entonces. Para estas fechas, Ruiz Boix se había quedado solo.

 

Movilización ciudadana en San Roque
Movilización ciudadana en San Roque

La soledad de Ruiz Boix

La decisión de construir la subestación eléctrica en su municipio mantenía viva la llama de la indignación en el Gobierno sanroqueño. Hasta el punto fue así que Ruiz Boix advirtió de que la oposición de su Ayuntamiento al proyecto sería «rotunda y contundente». En una nota, aseguró que plantearía «todas las trabas posibles» a la construcción de la subestación y que recurriría a los tribunales si ello resultaba necesario.

La historia protagonizada durante estos últimos años por los tres juanes parece haber llegado a su fin. Juan Vivas, exultante por ver materializado una obra largamente perseguida. Juan Franco, aliviado por ver a su municipio al margen de todo. Y Juan Carlos Ruiz Boix, indignado y determinado a escribir un epílogo que resulte más ventajoso para San Roque.

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