En la ciudad de Ceuta, donde el mar besa la tierra y el sol calienta los corazones, se ha celebrado la quinta edición de una fiesta que pinta el cielo de mil colores: el holi. Ha sido el día en que las diferencias se ha disuelto en un mar de alegría y el auditorio de La Marina se transformado en un lienzo viviente.
Una marea de personas, todas reunidas con una misión: celebrar la vida. Con cada puñado de polvo colorido que se lanzaba al aire, se elevaban también las risas, los sueños y las esperanzas. El holi no es solo una fiesta, es un espectáculo de felicidad pura, donde cada grano de almidón de maíz lleva consigo un deseo, un sueño, una historia.
Niños corriendo con sus mejillas pintadas de rosa y amarillo, padres que les observaban con una sonrisa que reflejaba la diversión en estado puro de todos los holis que se han vivido en Ceuta, y todos bailando al ritmo de una música que parecía brotar del mismo corazón de la ciudad con los sonidos de bollywood, con un espectáculo de danza. No han habido espectadores en esta fiesta organizada por la Comunidad Hindú; todos han sido artistas, creadores de un momento efímero que se quedará grabado en la memoria colectiva de los ceutíes un año más.
Y cuando el sol comenzaba a despedirse, dejando que las sombras bailaran entre los colores, todos lo asistentes a la fiesta de los colores eran conscientes de que algo mágico había sucedido. Porque en Ceuta, el Holi no es solo un día en el calendario, es un recordatorio de que la vida es más brillante cuando se comparte en comunidad.
Ceuta, con su diversidad cultural, crea sueños que pueden dejarse volar en una nube de colores. Porque en Ceuta, en el Holi, cada color cuenta una historia, y cada historia es una invitación a sonreír.
