La visita

La embajadora de Hungría en España, Eniko Gyori, visita hoy Ceuta, y uno no sabe muy bien si sentirse halagado o echarse a temblar. Según ha revelado la Delegación del Gobierno, la diplomática se desplaza hasta la ciudad para, textualmente, “conocer la realidad migratoria y las medidas adoptadas por el Gobierno de España para atender a los inmigrantes”.

Sólo existen dos posibilidades. O la señora Gyori viaja a este lugar recóndito de la Europa política para tomar nota de cómo no ha de afrontarse un problema o lo hace con el propósito de exportar a su patria las experiencias locales. Ha de temerse que son éstas segundas las razones que le mueven.

Sin ánimo de hacer comparaciones, aunque bien pudieran establecerse, el ejemplo español parece estimular al gobierno húngaro en su dislate de vallar el país a lo largo de toda la extensión de sus fronteras. Quizás lo que Gyori venga a buscar no sea un modelo de política migratoria sino más bien una justificación.

Si España levanta vallas coronadas por cuchillas y despliega un cuerpo policial con disciplina militar en su perímetro fronterizo, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros? Alguno emparentado con éste ha de ser el razonamiento manejado por las autoridades húngaras.

Un socio de la Unión Europea del peso político, demográfico y económico de España establece como pilar de su estrategia migratoria la contención, para lo cual levanta muros infranqueables y despliega a su policía para custodiarlos. ¿Cómo podría la civilizada Europa negarnos lo que tolera a España? Si los españoles velan por la integridad de la frontera sur del continente, ¿por qué los húngaros no podemos hacer otro tanto en los confines del este?

Gyori ha venido a documentar su justificación. No encontrará dificultades para conseguirlo.