La Marina, el particular Cavern Club de 'Abbey Road' y la resurrección caballa de The Beatles

El público disfruta del concierto de Abbey Road en el auditorio de la Marina

El grupo tributo trajo de vuelta el espíritu de la ‘beatlemanía’ sesentera en una noche de nostalgia para los fans de la icónica banda británica 

 

Si cerrabas los ojos, anoche en el Auditorio de la Marina podías sentir la vuelta a los escenarios de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr. Jordi Expósito, Ferrán Corbalán, Adrián Ghiardo y Carlos Moreno no son los Beatles y no lo pretenden, pero a través de su grupo tributo, Abbey Road, encarnan de manera inmaculada el espíritu del icónico grupo británico que puso los cimientos de algunos de los géneros más escuchados de la música moderna.

El conjunto demostró que la veteranía sobre las tablas -a las que se llevan subiendo desde los noventa- siempre es una ventaja. Sumado al amor que desprenden por la banda, los artistas se metieron en la piel de sus respectivos personajes nada más pisar el escenario y mantuvieron el papel dos horas, de principio a fin.

Luces apagadas y una sucesión de clásicos del rock de la época metieron al público en la máquina del tiempo que llevaría a Ceuta más de medio siglo atrás en el tiempo.

Gritos, silbidos y palmas recibieron al tributo, como si la ‘beatlemanía’ que rodeó al reconocido The Cavern Club (sala de música que se convertiría en la emblemática casa del grupo), hubiese permanecido latente esperando ese exacto momento.

‘She loves you’ caldeó el ambiente y ‘I want to hold your hand’ siguió a ‘All my loving’ en una noche en la que La Marina demostró que, como preguntaban los músicos, tenían ganas de Beatles. “Los que estáis en las gradas podéis bajar”, animaron a los espectadores que, en todo caso, no dudados en menear las caderas desde la lejanía. Otros tantos lo hicieron.

 Coros a capella de los asistentes incluidos en ‘Love me do’ terminaron de crear la sintonía perfecta, que tuvo su culmen, documental del No-Do mediante como pausa para beber agua e ir al servicio, con ‘Hey Jude’.  Los clásicos, el ‘Yellow submarine’, ‘All you need is love’, ‘Here comes the sun’ o ‘Come together’ pusieron la puntilla a una sesión de éxitos. Y si bien faltaron míticas como ‘Let it be’ o ‘Yesterday’ las dos horas de show hicieron imposible pedir más.

No quedó un detalle al aire, desde las interacciones en inglés al vestuario y las guitarras, pasando por las proyecciones de vídeo que acompañaron el show. Todo hacía recordar a los de Liverpool.

Saltaba a  la vista que mucha de su audiencia no había crecido con la música de The Beatles -activos entre los sesenta y los setenta-, pocos levantaron la mano cuando  Abbey Road preguntaron por los nacidos “antes del 63”, pero su legado perdura y a su público no le temblaba la voz al asegurar que por fin se sentía como en un  concierto de la banda.

Y directos como el de ayer, suponen una emocionante manera de devolver a la vida al grupo, que llenó de nostalgia a los mayores del lugar en una noche de música, amor y mucho rock and roll.