Futuro económico de Ceuta

Enseñanzas de la crisis del coronavirus

Turistas en la Plaza de los Reyes (C.A./ARCHIVO)

La situación de excepcionalidad creada en la ciudad por la crisis del coronavirus propone algunas enseñanzas acerca de lo que podría ser una futura economía local sin el sostén de Marruecos. 

Las medidas de prevención adoptadas por las autoridades sanitarias frente a la amenaza de la expansión de la epidemia de coronavirus han convertido Ceuta en una suerte de ciudad-laboratorio.  Las voces que durante años han advertido de la dependencia de la ciudad respecto del Estado y de los intercambios mercantiles con Marruecos encuentran hoy un escenario, involuntariamente creado por la crisis sanitaria, donde medir el alcance de sus vaticinios.

La decisión de cerrar la frontera al paso de mercancías adoptada de manera unilateral  por Rabat el pasado octubre abrió un periodo de cuatro meses largos en los que Ceuta comenzó a valorar lo que para su economía significa vivir sin Marruecos. La clausura el pasado viernes de Bab Sebta al paso de transeúntes motivada por criterios de salud pública ofrece una idea más precisa incluso de qué significaría para Ceuta vivir de espaldas al país vecino.

Las autoridades sanitarias han ordenado el cierre de los establecimientos de hostelería y comercio. En términos de instalaciones dedicadas a la actividad productiva privada, poco más habría que cerrar.

Las cifras que los agentes sociales y los expertos ofrecían a finales de año para estimar los daños que a la economía local infligiría el fin del denominado “comercio atípico” con Marruecos servirían hoy para evaluar los efectos que una prolongación de la crisis sanitaria del coronavirus tendría para la supervivencia de la ciudad: el Covid-19 vendría a ser algo así como un acelerador del panorama que, tarde o temprano, vivirá una Ceuta sin plan económico alternativo a la dependencia que su sector privado mantenía con Marruecos.

Ya a finales del pasado año, el profesor de la Universidad de Granada, José Aureliano Martín, cifraba en 500 millones de euros el volumen de mercancías que movió Ceuta en 2018 para su exportación al país vecino.

Ahora, con la frontera absolutamente impermeabilizada por un plazo de tiempo indeterminado, Ceuta puede extraer conclusiones, a modo de experimento, de lo que significará una economía local absolutamente emancipada de Marruecos: sin tráfico comercial, sin turistas, sin intercambios informales a través de la frontera.

La fórmula planteada por la Ciudad de caminar hacia la fórmula “más España, más Europa” solo podrá ejecutarse a largo plazo. En el ínterin, las expectativas no son precisamente halagüeñas.

A los perjuicios consustanciales al nuevo giro que a sus relaciones con Ceuta ha imprimido el Gobierno marroquí habrá que añadir, además, las consecuencias que deje tras de sí el periodo de excepcionalidad obligado por la crisis del coronavirus. Un tejido empresarial sostenido fundamentalmente por autónomos no podrá superar sin daño la paralización efectiva de su actividad que imponen las nuevas restricciones ordenadas por las autoridades. La mano de obra marroquí, cuya existencia ha comenzado a ser denostada ahora públicamente por los responsables públicos de la Ciudad, ha desaparecido, incluidas las empleadas del hogar, sostén imprescindible para la autonomía de muchas familias ceutíes. Resulta difícil pensar que la excepcionalidad de la situación no se acabe reflejando en las estadísticas oficiales de desempleo…

Un apunte final

En otro ámbito, el coronavirus ha traído consigo, paradójicamente, efectos lenitivos para la paz social en la ciudad. La limitación de movimientos ha aplazado las quejas y reivindicaciones de esa parte de la población que el pasado 28 de febrero se lanzaba multitudinariamente a las calles para defender la convivencia entre comunidades y denunciar el racismo.

El conflicto social que se atisbaba y que parecía ir in crescendo ha quedado abortado por la irrupción de un mal mayor. Quizás esta crisis constituya una oportunidad para atajar un cáncer social que, antes de que estallara la alarma por la pandemia, había mostrado sus primeros síntomas.