Editorial

La desidia política y el futuro de la hostelería en Ceuta

Hostelería

La reciente indiferencia de las autoridades hacia las demandas del sector de la hostelería en Ceuta pone de manifiesto una desconexión alarmante entre los representantes de la ciudad y sus representados. El gremio de la hostelería, fundamental para el desarrollo turístico de cualquier ciudad, se siente desatendido y marginado en un momento crucial para la competitividad de Ceuta como destino turístico. Cuando unos de los pilares de la oferta turística se ve limitado por leyes y ordenanzas que parecen ignorar su realidad, es evidente que algo no está funcionando.

Los hosteleros no solo son proveedores de servicios; son, en muchos sentidos, embajadores de la ciudad. Su capacidad para atraer visitantes y crear una experiencia única se ve restringida por un entramado burocrático que impide su máximo desarrollo. Cuando las ordenanzas municipales se convierten en obstáculos y no en herramientas de apoyo, estamos ante un serio problema que va más allá de la gestión cotidiana. 

El consejero de Fomento, que lo fue de Turismo en la anterior legislatura, parece haber olvidado que su deber es fomentar el crecimiento de este sector vital, del que dependen, al menos, uno de cada diez puestos de trabajo en Ceuta -fuera de la Administración Pública-. Sus intentos de desviar la atención hacia cuestiones personales, o a situaciones puntuales, son un claro indicio de una falta de compromiso por resolver los desafíos estructurales que enfrentan los hosteleros. Es preocupante que en lugar de trabajar en la mejora de las ordenanzas, se busque dividir al sector, como si una falta de unidad fuera la causa de una gestión ineficaz.

La opacidad en la toma de decisiones dentro de la consejería de Fomento lleva a cuestionar si hay intereses personales en juego que están obstaculizando un diálogo constructivo. La falta de dirección y control por parte del Ayuntamiento es evidente, y la incapacidad para manejar adecuadamente los recursos y las competencias asignadas solo agrava la situación. 

Aún queda mucho por hacer, y es imperativo que se escuchen las voces de quienes realmente conocen las necesidades del sector. El futuro de la hostelería en Ceuta está en juego, y es responsabilidad de nuestros dirigentes políticos retomar el camino del diálogo y la colaboración. Ignorar las demandas de los hosteleros es condenar a nuestra ciudad a una mediocridad turística que no podemos permitirnos. Es tiempo de actuar antes de que sea demasiado tarde.