El esplendor nocturno del viernes arranca el fin de semana grande de la feria

La noche del viernes, bajo una luna observando con desdén desde su pedestal celestial, ha dado inicio al fin de semana grande de la Feria 2024. El ferial, convertido en un bullicioso pandemonio de luces cegadoras y sombras danzantes, ha atraído a masas ansiosas de perderse en la ligereza y el festejo.

Los espectáculos de luces, en una competencia desenfrenada de colores y destellos que hubieran mareado hasta a un astronauta, convivían con atracciones que, como bestias metálicas ansiosas de devorar, lanzaban alaridos de júbilo al aire. La música, omnipresente y siempre un poco demasiado alta, se mezclaba con el aroma irresistible de la comida frita, prometiendo un festín que solo los más valientes o temerarios podían disfrutar sin remordimientos.

Los trajes de flamenca, en una orgía de volantes y colores chillones, giraban y se contoneaban al ritmo de una alegría que solo podía ser catalogada como contagiosa. En cada rincón, risas y murmullos tejían una red de conspiraciones alegres y chismes triviales, prometiendo aventuras que seguramente terminarían con el amanecer y alguna que otra resaca monumental.

El inicio de este fin de semana no era simplemente un evento; era una oda a la exuberancia, una celebración de la vida y un encuentro donde la tradición se entrelazaba con la danza perpetua. Así, la feria no solo une a las personas, sino también sus historias, creando una noche mágica que seguramente será recordada, comentada y exagerada en la memoria colectiva de todos los que la sobrevivieron.